Harriet llega a Alemania con su marido ghanés en 1991. Está llena de esperanzas de una vida aún mejor. Pero pronto tiene que huir de la violencia de su marido. Aunque en su país de origen trabajaba como programadora, sólo encuentra trabajo como auxiliar de aseo. ¿Una razón para rendirse? Nunca jamás. Con voluntad de hierro y humor, Harriet consigue volver a ponerse en pie y hacer realidad un viejo sueño: siempre quiso ayudar a los niños de los barrios marginales de Akkra. El 15 de septiembre de 2002, Harriet fundó la asociación AFRICAN ANGEL e.V.. En su libro, cuenta su infancia en Akkra y cómo consiguió hacer un milagro con 50 céntimos.